jueves, 31 de mayo de 2012

A quién quieres engañar

Uff, dame el plumero que tengo que quitarle las telarañas al blog. Con tantos exámenes, cafés y algún que otro planazo para despejar el cocoroto tengo esto abandonadillo. Y entre todos esos planes está el más maquiavélico de todos ellos, el cual me condujo a una tienda de animales y... ¡tachán!, encontré la inspiración para un nuevo post. Resulta que hallándome rodeada de bichos más o menos peludos y saltarines apareció una bicha. Me dijeron que sus papis eran falsas corales, lo que me dejó dándole vueltas al tarro, ¿cómo diferencio yo una falsa coral de una verdadera? Y si me pica, ¿qué hago?

Bueno, a cualquier persona normal no le tiene por qué preocupar diferenciar una serpiente de coral de una falsa coral, pero cualquier barranquero que se precie tendrá entre sus planes viajar a Sudamérica y allí quizás sí sea más útil saber cuál es cuál antes de cogerla para echarte la foto de guiri. Pues bien, la principal diferencia radica no en que unas sean de plástico y las otra de verdad, sino en sus colores. Básicamente las distinguimos porque los anillos de las verdaderas corales (géneros Leptomicrurus, Micruroides, Micrurus, Calliophis y Sinomicrurus) suelen ser de color amarillo o blanco, rojo y negro, distribuyéndose generalmente según el siguiente patrón: rojo - amarillo/blanco - negro - amarillo/blanco - rojo. En cambio, las falsas corales (género Lampropeltis), aunque sus anillos presentan los mismos colores, su patrón de distribución es rojo - negro - amarillo/blanco - negro - rojo. Por lo tanto, podemos distinguir a simple vista a una serpiente de otra simplemente por el hecho de que en las falsas corales los anillos amarillos o blancos nunca están en contacto con el rojo.


Serpiente de coral
Serpiente de Sinaloa o falsa coral


Sin embargo, esta imitación de las tonalidades no es suficiente para disuadir a sus depredadores. Se ha demostrado que éstos son capaces de distinguir entre unas y otras por la anchura de los anillos amarillos o blancos, siendo más anchos los de la falsa coral. Por ello, en ciertas zonas han prosperado patrones de imitación con los anillos amarillos más estrechos.

Como os podréis imaginar, estos colores tan vivos ya te están advirtiendo de que no es una buena idea acercarte. Si aún así insistes, puedes tener la mala suerte de que se trate de una verdadera coral y te lleves un buen picotazo. Mal asunto. Como ya expliqué en otra entrada, el veneno de estas serpientes es neurotóxico, por lo que te termina paralizando y en breve estás fiambre. En caso de mordedura (de cualquier bicho), el protocolo de primeros auxilios a seguir es el siguiente:
  1. Si te ha mordido, aléjate lo más rápidamente posible del animal, pues es posible que en las siguientes mordeduras te inocule aún más veneno.
  2. Pide ayuda.
  3. Trata de conservar la calma y de que no se te dispare el pulso, eso sólo ayudará a que el veneno se distribuya más rápidamente a través de la linfa y la sangre y alcance su diana, las placas neuromusculares.
  4. Anota la hora a la que ocurrió el incidente.
  5. Intenta extraer el veneno mediante succión con la boca, ventosas o jerinquillas suctoras (éste último es el método más eficiente y seguro). Succionar con la boca no es del todo recomendable, especialmente si se tienen heridas en la boca, pues el veneno succionado podría penetrar a través de ellas.
  6. Intenta identificar la especie del animal que te mordió, pues los sueros son específicos. Existen sueros polivalentes, pero su espectro abarca sólo unas pocas especies, además es frecuente que causen reacciones alérgicas, por lo que hay que desensibilizar al paciente con hidrocortisona.
  7. Trasladar inmediatamente al herido al hospital más cercano. Si se dispone del suero, llevarlo también al hospital para que le médico comience a tratar la lesión.
Es frecuente que en los hospitales no haya médicos especializados en este tipo de lesiones, por lo que, si vas a trabajar con este tipo de serpientes, es recomendable que lo hagas bajo la supervisión de un experto.

Los emponzoñamientos micrúricos (como se suelen conocer sus mordeduras) cursan con adormecimiento de la lengua, visión borrosa, ptosis palpebral (desprendimiento del párpado superior), dificultad para tragar y para salivar, y asfixia causada por la parálisis fláccida del diafragma. Es común que no se sienta dolor en el área de la mordedura, motivado también por ser una pequeña lesión subcutánea, por lo que se tiende a pensar erróneamente que no es necesario tratarla.

No obstante, estas lombrices de colores son unos animales muy tímidos y no suelen atacar. Debido a su pequeño tamaño sus presas no suelen ser más grandes que un ratón, por lo que si te ven aparecer intentarán huir. Con todo, me resulta muy curioso el mecanismo de defensa de estos elápidos: cuando se sienten amenazadas, esconden su cabeza entre los anillos de su cuerpo y con su cola forma un bucle imitando a una cabeza, moviéndolo de forma amenazadora para desviar la atención y así poder pegarte un picotazo por sorpresa. Qué bichos más ingeniosos, me recuerda a la defensa de las galeras que te comes en Huelva, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

Sin nada más que añadir, os dejo retozando por el césped. Cuidadín con los gusanos gordos, no os vayan a morder.